Hoy he querido escribirte desde donde todo comenzó. Un 29 de septiembre, cuando la vida me regaló el primer aliento, el primer latido. No importa el año, porque lo esencial no se mide en fechas, sino en el pulso de lo vivido.
Nací con la promesa de ser auténtica, de escuchar lo que el corazón calla y transformar cada susurro en palabra, cada herida en luz. Esta carta es para recordarte lo que eres, lo que fuimos y lo que aún podemos ser. Porque en esta raíz de mi ser, donde florece lo invisible, está la verdad que nunca quise traicionar.
Hoy no celebro con números, sino con presencia. Con la certeza de que existir es ya un milagro, y escribir es mi forma de honrarlo. Si tú, que lees, también sientes que hay más allá del ruido, entonces esta carta es también tuya.
Gracias por estar aquí. Gracias por leerme desde tu alma.
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