Chascarrín (con una ceja levantada y sonrisa pícara):
—Oye, Chispín… ¿tú también haces reír, pero desde adentro?
Chispín (con su bufandita temblando de emoción):
—Sí… pero no con carcajadas. Yo enciendo lo que se estaba apagando.
Chascarrín (haciendo malabares con una risa y un guiño):
—¡Ah! Entonces tú eres como el preludio de mi función… el que prepara el alma para que yo le suelte un buen chiste.
Chispín (brillando apenas):
—Y tú eres quien la hace quedarse un ratito más, justo cuando estaba a punto de rendirse.
Chascarrín (dando una voltereta imaginaria):
—¡Pues hagamos trato, chisposo! Tú la despiertas, y yo la hago reír a carcajadas. Que entre tú y yo... ¡nadie se quede sin chispa ni sin risa!
Chispín (extendiendo su manita brillante):
—Trato hecho. Que las almas no se nos duerman sin un destello… ni sin un buen chascarrillo.
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